¿Has escuchado hablar de las bodas de destino? Sigue leyendo y te enamorarás del concepto, pues combinan dos cosas extraordinarias, un viaje memorable y el mágico momento para decir «Sí, acepto».
Cuando aceptamos iniciar una vida con esa persona especial, queremos compartir el acontecimiento con la gente que queremos, además de extender el tan preciado día a una experiencia inolvidable. Por ello, es primordial elegir el destino que será testigo de sus votos de amor.
El ambiente debe estar presente en todo momento y envolver romanticismo e intimidad; ya sea para novios primerizos o parejas que celebran su aniversario, el lugar debe ser del agrado de los dos. Los Cabos es una opción siempre encantadora, ya que cuenta con un horizonte infinito de increíbles tonalidades que van del azul del cielo al azul del mar y las imponentes siluetas del desierto, las rocas y montañas.
Hazlo realidad…
Sin duda, esta ardua tarea puede estar a cargo de un planificador de bodas, la agencia de viajes o el hotel en el que decidas hospedarte. Esto con el fin de evitar el mayor número de contratiempos posibles y que todo quede perfecto.
Toma tu vuelo
Hay vuelos diarios desde las principales ciudades de México y la costa oeste de Estados Unidos. El aeropuerto de Los Cabos se encuentra a 15 minutos de San José del Cabo y a 45 minutos de Cabo San Lucas.
La temporada perfecta
La mejor época para viajar es entre Semana Santa y el mes de octubre, ya que los días son más largos, el agua del mar está más caliente y lo más importante, los precios disminuyen. El clima de invierno es más recomendable ya que llueve poco, los días son cálidos y las noches frescas.
Disfruta el viaje
Con actividades que te permitirán disfrutar de la naturaleza como caminatas, cabalgatas, rappel, buceo, deportes extremos, kayakismo, surf y pesca. La vida nocturna se encuentra en el corredor turístico al ritmo de la mejor música.
Tu boda será la mejor experiencia no solo para ti y tu pareja, sino para todos los que tengan la dicha de acompañarlos en este paraíso tan perfecto que resulta irreal.